Consultoria
Pensar las ciudades de una forma diferente y hacer propuestas disruptivas: nace desde el urbanismo el concepto de las “ciudades de 15 minutos”.
Una de las enseñanzas de la pandemia del COVID-19 es que en una ciudad pueden cambiar muchas cosas y, aun así, seguir funcionando. Este es el concepto central que impulsa 15 minute-city.
La ciudad es un hecho social, ya que nació como un lugar de encuentro de las personas para desarrollar diferentes actividades en común. La localidad era la forma de vida de las ciudades.
Sin embargo, con el correr del tiempo, el espacio urbano se expandió con un esquema “moderno” que dio como resultado ciudades en las cuales las personas deben hacer largos viajes para llegar a destino. Los automóviles y el transporte público se adueñaron de las calles.
“Si bien el 60% del espacio público de nuestras ciudades se destina a los coches, solo uno de cada cuatro viajes se realiza en coche, así que este espacio se podría destinar a un uso más saludable”. Mark Nieuwenhuijsen investigador del – Instituto de Salud Global de – Barcelona
Las consecuencias de este proceso son preocupantes: contaminación, insalubridad, desigualdad social y desintegración comunitaria.
La solución: pensar las ciudades de una forma diferente y hacer propuestas disruptivas de concreción real. En este marco nace desde el urbanismo el concepto de las “ciudades de 15 minutos”.
En la década de 1920, el urbanista y sociólogo Clarence Perry ideó una planificación de la ciudad en “unidades vecinales”. Allí, los residentes deberían tener todo lo necesario para desarrollar su vida comunitaria: educación, salud, comercios y, sobre todo, recreación.
El concepto básico era crear un modo de vida local donde todo quedaba cerca.
Sin embargo, con el correr del siglo, el hormigón y las autopistas crearon un diseño completamente diferente: el “urbanismo moderno”. Jane Jacobs, activista urbana, quien escribió “La muerte y la vida de las grandes ciudades estadounidenses” (1961), se preguntaba si las ciudades “eran construidas para las personas o para los autos”.
Parte de estas ideas son el origen de la idea de la ciudad de los 15 minutos, desarrollado por el profesor Carlos Moreno en el año 2016 y que tomó gran impulso durante la COVID-19.
El modo de pensar la ciudad de los 15 minutos cambia radicalmente las teorías urbanistas al centrar el modelo en el medio ambiente, la vida y las necesidades de las personas. Pero, ¿Cómo serían esas ciudades?
La vida de los residentes en las ciudades se vio afectada por la pandemia. En muchos sitios, una de las restricciones de circulación fue “no ir más allá de 500 metros de tu casa”.
Si bien esta emergencia está en vías de superación, el dilema quedó latente ¿Qué ocurre si a esa distancia no se pueden satisfacer las necesidades básicas como abastecerse de alimentos, acceder a la salud o trabajar?
La solución está en la propuesta de la ciudad del cuarto de hora, una idea de diseño urbanístico innovador e inteligente, cuyas principales características son:
Este esquema da como resultado una ciudad con múltiples centros lo cual reduce los traslados en auto e incentiva una movilidad más sostenible.
Parte de la propuesta de 15-minute city es otorgar nuevas funcionalidades a edificios existentes. Por ejemplo, una escuela, puede ser un centro cultural en el verano, o un edificio público adaptarse para dar conciertos los fines de semana.
El “cronourbanismo” estudia el ritmo de las ciudades que, para este modelo, está marcado por la vida de los residentes y sus actividades.
Una idea primordial de la ciudad de 15 minutos es que las personas no sólo consigan todos lo que necesiten en la proximidad, sino que, además puedan elegir prosperar en su lugar de identidad y pertenencia.
Este modelo urbano, nacido a la luz de la preocupación por las emisiones de carbono y los impactos ambientales negativos en las ciudades, resultó ser mucho más amplio, generando los siguientes beneficios:
El hecho de caminar o andar en bicicleta todos los días tiene repercusiones directas en la salud físico-psicológica de las personas.
Además, la mayor cantidad de tiempo libre gracias a la reducción de los viajes, permite más horas para el esparcimiento, hacer deportes o, simplemente descansar.
Al disminuir el uso del automóvil se reduce la contaminación ambiental, el gasto energético y el ruido de la ciudad, generando espacios más tranquilos y saludables.
La ciudad “moderna” excluyó a zonas lejanas o vulnerables a antiguos residentes de los barrios y ha provocado la gentrificación de muchas áreas.
Al contrario de esta tendencia, los “vecindarios completos” necesitarán viviendas cercanas y asequibles para sus residentes.
Es posible que los gobiernos que adopten este modelo puedan establecer bonos, incentivos y una reglamentación para incluir viviendas asequibles en los nuevos proyectos, que además deberán dejar de lado el diseño de segregación para crear una zonificación inclusiva.
En su presentación TED, Carlos Moreno, creador de este plan urbanístico ha indicado que “Nuestra aceptación de las disfuncionalidades e indignidades de las ciudades modernas ha llegado a un extremo”.
Esta situación ha sido reconocida en muchas ciudades donde se pusieron en marcha de diversos programas basados en conceptos de proximidad:
La calidad de vida en las ciudades debe mejorar, eso es una realidad indiscutible que quedó al desnudo con la pandemia.
¿Y cómo podrían aportar los desarrolladores inmobiliarios a las transformaciones superadoras como las que propone la ciudad de 15 minutos?
En primer lugar, deberán ajustar sus ofertas y adecuarlas a una nueva disposición urbana que apuesta a la resiliencia y el valor social. En este sentido es interesante la irrupción de los criterios ESG en el mercado inmobiliario.
Por otro lado, la visión sostenible y ecológica es tendencia en el sector real estate y puede sumarse claramente a este tipo de conceptos.
La clave es estar abierto a los cambios y preparados para asumirlos, adaptando las estrategias de negocios inmobiliarios, a las nuevas propuestas urbanísticas.
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